Un año más, un nuevo 17 de mayo y una renovada oportunidad para pensar y pensarnos…
Desde la Secretaría de Género de la Junta Ejecutiva Provincial de la ATECH conmemoramos el DÍA INTERNACIONAL CONTRA EL HOMO, LESBO, TRANS Y BI ODIO.
La fecha fue elegida porque el 17 de mayo del año 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) quitó a la “homosexualidad” del listado de desórdenes mentales.
Compartimos con ustedes un texto de la activista trava Lohana Berkins. En clave testimonial Lohana nos habla de las violencias por motivos de género, poniendo el acento en el carácter social/estructural de las violencias que atraviesan las personas travestis/trans.
“Yo siempre digo que soy doblemente Judas. Los hombres sienten que nosotras somos traidoras al patriarcado, porque teniendo el pene, el símbolo, renunciamos al poder. El segundo cuestionamiento viene por rechazar la imagen de mujer que propone esta sociedad. Lo que a mí me pasa en la vida, me pasa justamente por llamarme Lohana y por portar el estandarte de la imagen femenina. Porque si yo me hubiera quedado como un gay clase blanca, con título universitario, no me hubiesen pasado las mismas cosas. En todos los ámbitos de su problema –la mujer negra, la mujer lesbiana, la mujer prostituta, la mujer que abortó, la mujer profesional– la mujer tiene una historia parecida a la nuestra.
Yo pienso que cuando voy a una nota, los que no me conocen esperan que venga el estereotipo de la travesti, y se encuentran con otra cosa. Empecé a romper con el estereotipo cuando empecé a vivir como quería. Las travestis me dicen que parezco una lesbiana. Ellas están ahí con sus tacos y yo sin nada. Ese imaginario que ellas tienen de una lesbiana también es un problema. Estamos tan encasilladas. También el uso del jean, antes yo hablaba con las chicas y les decía: no vayan como Greta Garbo al Coto a las diez de la mañana. No es por cercenar tu libertad, vayan un poquito más tranquilas y se evitan una situación de violencia. Nosotras ocultamos que tenemos pene, y a eso le llamamos trucarse. Un día fui a un lugar y había una chica destrucada. La segunda vez lo mismo. La tercera, me dije: que tarada que soy. Me relajé y empecé a disfrutar de la libertad de ella. Y pensé que si no, yo también entraba en el círculo de la hipocresía.
Si yo sabía que ella tenía pene, y yo también tengo. Cuando nosotras iniciamos el movimiento travesti íbamos a las reuniones y las lesbianas feministas ponían en palabras todo lo que nosotras estábamos pensando. Cambié primero la visión del mundo. Y después mi visión de mí misma. Empecé a mirar para adentro, a hablar, a poner en palabras lo que toda mi vida había significado una acción. Antes era muy misógina, hasta que empecé un camino muy interesante que es el de conocer a las mujeres reales. No la mujer comercial, la que siempre esta divina, sino la que vive lo cotidiano.
Las travestis estamos atravesadas por todas las discriminaciones: pobres, prostitutas, analfabetas y golpeadas. Hice un taller de violencia doméstica y me paralicé, porque cuando una mujer hablaba, yo pensaba: eso me pasó a mí. Pero a mí no me lo hizo un hombre en particular: me lo hizo la sociedad. La sociedad me aisló, me disminuyó, me hizo sentir una mierda. “Vos mariconcito de mierda, yo te encarcelo, te mato como perro y no digo nada”. Ese cuadro, esa minusvalía, a mí me la implantó la sociedad. Esta es una sociedad golpeadora.”
Además, ponemos a disposición un enlace para acceder a material bibliográfico referido a Crímenes de odio.
https://lacasadelohanaydiana.ar/wp-content/uploads/2023/04/Crimenes-de-Odio-Martin-De-Grazia.pdf