En la actualidad para que el sueldo de bolsillo del docente recupere el poder adquisitivo del año 2019, que fue el mejor de los últimos años, debería incrementarse a por lo menos 70.000 pesos por cargo y de esa manera volvería a cubrir el 82% de una canasta familiar. Luego quedaría pendiente el mecanismo de actualización y recomposición salarial para lo que resta del 2022, donde la inflación oficial se anuncia que rondaría el 40% y las consultoras privadas la proyectan por encima del 50%.
La falta de aumentos salariales hizo que en los dos últimos años los docentes de Chubut cayeran en la pobreza a pesar de trabajar dos turnos, con una carga horaria no inferior a las 12 horas. En la actualidad un trabajador de la educación ingresante que tiene dos trabajos cobra menos de lo que se necesita en la provincia para no ser pobre.
La pérdida salarial se profundizó en el año 2021, pero arrancó en el 2020 con el inicio de la pandemia generando un profundo deterioro en el poder de compra de los sueldos de los docentes.
La última mejora significativa se produjo en el año 2019, cuando los sueldos fueron acompañando a la inflación con la cláusula gatillo que se conquistó tras las enormes luchas producidas por los docentes y el resto de los trabajadores estatales en el año 2018, derrotando el ajuste del Gobierno provincial.
En la actualidad y tras dos años sin recomposiciones salariales que como mínimo acompañen a la inflación, los sueldos sufrieron un enorme deterioro y ese perjuicio llegó a tener características similares a las que tuvo el ajuste del 2018. Hoy en día los docentes chubutenses padecen otro ajuste parecido al que se aplicó hace tres años.
Docentes pobres
En base a los valores actuales del salario básico, más todos los adicionales que componen el recibo de sueldo, un docente ingresante de nivel que percibe en la Zona Norte un sueldo de bolsillo -después de los descuentos jubilatorios, de SEROS y cuota sindical de ATECh- que apenas llega a los 40.154 pesos; mientras que el que trabaja en la Zona Sur alcanza los 44.412 pesos producto de la diferencia generada por el porcentaje de la zona desfavorable.
Es decir que un docente con dos cargos consigue cobrar a fin de mes 80.308 pesos en la Zona Norte y 88.825 pesos en la Zona Sur; mientras que la Canasta Básica Total (CBT) medida en Comodoro Rivadavia -según los últimos datos informados por el Observatorio de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, que integra el profesor y economista César Herrera- rondaba a finales del año pasado los 85.173 pesos.
Si bien no existen mediciones específicas en el resto de la provincia de Chubut sobre los valores de la CBT, lo cierto es que las variaciones pueden resultar menores y no modifican en lo sustancial las comparaciones con los sueldos docentes.
Un docente ingresante en la Zona Norte con sus dos cargas laborales apenas consigue que su salario básico cubra el 62,2% de la CBT de 85 mil pesos y sus dos salarios de bolsillo no le permiten superar la línea de pobreza y lo dejan con el apenas el 94,3% de los gastos necesarios para alimentar y mantener a su grupo familiar. Con un solo turno el básico le cubre el 31,1% de la canasta y el sueldo de bolsillo llega apenas al 47,1% de los necesario para vivir.
En el caso del docente de la Zona Sur, sus dos salarios de bolsillo -porque el básico es el mismo- representan el 104,3% de la CBT medida en diciembre del año pasado en Comodoro Rivadavia; lo que lo pone al borde de la pobreza a pesar de contar dos cargos. Con una sola carga horario supera levemente la mitad de lo necesario para cubrir los gastos y llega el 52% de la canasta.
En definitiva y producto del ajuste aplicado sobre los salarios en los años 2020 y 2021, donde no se produjeron recomposiciones salariales acordes a la inflación y tampoco se pagó la cláusula gatillo, los docentes de la provincia son pobres o se encuentran al borde del límite que los deposita en la pobreza.
El deterioro de los sueldos se fue produciendo de manera constante desde el inicio del 2020 y se profundizó con la llegada de la pandemia y la cuarentena; pero se hizo aún más notorio en todo el 2021 llevando a los trabajadores de la educación a uno de sus peores momentos históricos de los últimos diez años.
Destrucción del poder de compra
La destrucción del salario docente se tradujo en una enorme pérdida de poder adquisitivo, con el consiguiente achicamiento de su capacidad de compra durante los últimos dos años. Para poder ejemplificarlo se tomaron como punto de referencia los valores de tres productos esenciales en el consumo cotidiano en cualquier familia.
La referencia de los precios del litro de leche, el kilo de pan y el kilo de carne picada común; frente a la capacidad de compra del salario docente muestra a las claras cómo se depreció el sueldo de un trabajador de la educación que cada vez puede comprar menos a lo largo de un mes.
Indudablemente que las recomposiciones salariales, conquistadas con las luchas del 2018, hicieron que en el 2019 se pudiera alcanzar el mayor nivel de compra para los docentes; pero con la llegada de la pandemia y falta de actualización de los sueldos que se vivió en el 2020 y el 2021 ese poder adquisitivo se fue pulverizando.
En el 2021 el sueldo de un docente de Chubut pudo comprar en 189 litros de leche menos que en el 2019, 68 kilos menos de pan francés o 32 kilos de carne picada a los que ya no pueden acceder con el salario de bolsillo. Así de grave y contundente es la depreciación salarial producida en estos dos últimos años.
El sueldo docente tras el ajuste de 2018 perdió la capacidad de poder comprar 60 litros de leche, 80 kilos de pan o 19 kilos de carne picada; hoy en día y producto de la inflación, el impacto es aún mayor en dos de los tres rubros seleccionados.
Por ejemplo: en el 2017 un salario de bolsillo alcanzaba para comprar 560 litros de leche -según los precios relevados por el IPC Patagonia del INDEC-; en el 2018 cayó a 501 litros; en el 2019 subió a 591; en el 2020 tuvo un pequeño salto para llegar a los 600 litros; pero en el 2021 el poder adquisitivo se derrumbó y el salario apenas alcanzó para comprar 416 litros de leche en Chubut.
La combinación entre la falta de incrementos salariales y la constante inflación sobre los alimentos y los principales productos de la canasta familiar, fueron empobreciendo a los docentes de la provincia. Esa mezcla de sueldos congelados y precios por las nubes fueron destruyendo la capacidad de compra.
Como algunos de los tres productos seleccionados tuvieron mayor nivel inflacionario que los otros, el deterioro del poder adquisitivo se fue dando de manera desigual pero siempre ha sido constante.
Entre el 2019 y el 2021 el sueldo docente en la provincia tuvo un incremento del 23%; pero la Canasta Básica Total subió el 95%. Allí es donde queda absolutamente claro cómo se han perjudicado los salarios de los trabajadores de la educación frente a la inflación y los precios en Chubut.
Tomando los mismos tres ejemplos antes mencionados, el litro de leche se incrementó entre 2019 y el 2021 un 75%; el kilo de pan aumentó el 91% y el kilo de carne picada subió un 150%. Demás esta decir que con una suba salarial de tan sólo el 23% en dos años, los que claramente perdieron frente a la inflación han sido los sueldos.
Recomposición salarial
El nuevo ajuste aplicado por el Gobierno provincial y la sumatoria de un galopante proceso inflacionario llevaron a los docentes chubutenses a la pobreza, cómo salir de ese proceso es punto principal en la actualidad; más aún cuando la provincia cerró el año 2021 con un aumento promedio de la recaudación que rondó el 76% -con el 63% de incremento en la Coparticipación Federal de Impuestos y un 99% más en los ingresos por regalías petroleras-, superando ampliamente el 51,6% de inflación informado por el INDEC para el IPC Patagonia.
El gobierno contó con fondos suficientes para incrementar los salarios de los trabajadores de la educación y el resto de los estatales, incluyendo también a los jubilados provinciales, como mínimo en los niveles inflacionarios que se produjeron el año pasado.
Por el contrario, la administración de Mariano Arcioni impuso por decreto un aumento salarial del 30% en tres cuotas del 10% cada una y que recién se terminarán de cobrar en marzo de este año -para los docentes se adelantaron las dos últimas cuotas al mes de febrero- y solamente ofertó un 5% de incremento a pagar en abril del 2022.
En la actualidad para que el sueldo de bolsillo del docente recupere el poder adquisitivo del año 2019, que fue el mejor de los últimos años, debería incrementarse a por lo menos 70.000 pesos por cargo y de esa manera volvería a cubrir el 82% de una canasta familiar.
Luego quedaría pendiente el mecanismo de actualización y recomposición salarial para lo que resta del 2022, donde la inflación oficial se anuncia que rondaría el 40% y las consultoras privadas la proyectan por encima del 50%.
Autor: Marcelo García (Periodista especializado en petróleo y economía).